¿Qué es lo que buscas realmente?
Todos, absolutamente todos, buscamos lo mismo. Buscamos ser felices, ser amados, amar y ser amados, quizás primero ser amados y luego amar, por eso nos cuesta tanto. Buscamos sentirnos plenos, satisfechos, en paz. ¿No es así? ¿No es tu caso?
Percibimos la vida como algo separado de nosotros mismos. Es decir, yo estoy aquí y la vida es todo lo que acontece fuera de mí. Es todo lo que me ocurre a mí, para bien y para mal. Si te fijas, hay un “mí”, un “yo”, un “alguien” y, por supuesto, ese “alguien” soy yo. Hay un “yo” y la vida, la vida separada de mí. Estoy yo y la vida, yo y el otro, yo y los demás, yo y las demás cosas, en fin, yo y el mundo. Yo me percibo fuera de la vida. Me creo separado, separado de la vida, y esto es muy doloroso.
Bajo esta percepción, cuando te refieres a la vida, te refieres a la vida que tienes, no a la vida que eres. Prueba de ello, dices “mi vida”, sí, “tu vida”. La vida se vuelve algo, una cosa, se cosifica, y, ésta, tu vida, se resume a su contenido, o sea a la suma de los acontecimientos que ocurren en ella, de las cosas, de las personas que aparecen en ella, de las apariencias que aparecen en ella. Pero en realidad no ves la Vida. No la ves. Sólo ves los acontecimientos, las apariencias que aparecen en ella. No ves el “ella”. No ves la Vida en sí. La pasas por alto. Y así te pierdes lo esencial. Te pierdes la Vida con mayúscula o sea el espacio vacío y totalmente abierto en el que estos acontecimientos, estas apariencias aparecen y desaparecen, en el que todo lo que ves, percibes, aparece y desaparece, está sostenido y permitido.
Así que crees que la vida es algo que tienes, por lo tanto, algo que puedes perder. Y esto te aterra.
Pero, piénsalo, ¿cómo puedo yo perder la Vida?
Crees que la vida es algo que te ocurre, a ti, personalmente. Te crees alguien. Crees que estás fuera de la vida.
Pero ¿cómo puedo yo estar fuera de la Vida, separado de la Vida? Y si es así, ¿qué es lo que me sostiene? ¿Cómo me sostengo? Será que yo también he de encontrarme en ese espacio abierto que lo sostiene todo, que lo permite todo, llamado Vida.
Como me creo fuera de la vida, separado de la vida, como creo que tengo una vida, me experimento como carente, necesitado, pues en el fondo, insatisfecho.
¿Te has fijado que siempre falta algo a este momento para que sea perfecto? Siempre falta algo o alguien, de hecho. ¿Te has fijado que siempre le falta algo o le sobra algo a lo que vivo?
En fin, nunca es del todo satisfactorio. Nunca es suficiente. Nunca es plenamente satisfactorio.
“Pero bueno, no te preocupes, que lo será después… cuando…”, te dices a ti mismo/a.
Y como esto que vivo no es satisfactorio, como me siento necesitado, como siento que me falta algo para ser plenamente feliz, me creo que esto que me falta ahora lo encontraré luego, en el futuro. Y así empieza el “seré feliz cuando…”, cuando sea, cuando tenga, cuando haya… cuando sea mayor, cuando sea más apto, cuando haya visitado tal lugar, cuando tenga un buen trabajo, cuando me realicé profesionalmente, cuando tenga pareja, estabilidad económica, estos conocimientos, cuando sea completo, cuando me haya iluminado. Empieza la búsqueda, la búsqueda en el tiempo, como hemos dicho, pero también en el espacio. Busco aquello que creo haber perdido en la vida que percibo como externa a mí, en el mundo, en sus acontecimientos, en sus cosas, en sus personas, en lo que aparece en ella, en sus apariencias. Como creo que me falta, como me siento necesitado, busco que el mundo, el mundo externo, los acontecimientos, las situaciones, las cosas, las personas, las relaciones me llenen. Creo que el mundo me puede llenar, me puede satisfacer, me puede dar, y por supuesto, y en contrapartida, creo que el mundo me puede quitar, atacar, hacer daño. Creo que puedo controlar la vida los acontecimientos de la vida, porque creo que tengo una vida, porque creo que soy alguien. Creo que hay un “mí”, un “yo”, un “alguien” quien la controla, quien controla una vida externa a mí. Ese alguien soy yo, por supuesto. Creo que yo soy ese alguien. Creo que soy alguien. Me creo alguien. Así pues, me esfuerzo por controlar mi vida, por construirme una vida, una vida con sentido, porque nada de lo que veo es realmente satisfactorio, nada de lo que veo tiene realmente sentido. Me esfuerzo por construirme una vida como quiero que sea. Y esto es muy doloroso. Es absolutamente agotador.
Así es como busco ser feliz, ser amado, sentirme pleno a través de una pareja si no la tengo, de mi pareja si la tengo, de unos hijos, de mis hijos, de unas amistades, de mis amistades, sea consciente o no de ello. Así es como busco llenarme a través de otro, de ti, de cosas, de pertenencias, de un estatus, de mi estatus, de una carrera, de mi carrera, de una pasión, de mi pasión, de una vocación, de mi vocación, de una misión, de mi misión, de unas actividades, de mis actividades, de viajes, de viajes sutiles, de la aventura, de prácticas y enseñanzas espirituales, del canto, de la danza, del arte, de los animales, de la naturaleza, de los bosques, los ríos, las montañas, las piedras, de los baños en el mar, de la puesta de sol, sea consciente o no de ello. Así es como busco ser feliz, ser amado, sentirme pleno a través de la vida, o mejor dicho de lo que aparece en ella, y que percibo como externo a mí.
Busco que el mundo externo me llene, busco ser feliz, ser amado, sentirme pleno a través del mundo externo, sin nunca conseguir algo verdaderamente satisfactorio, sin darme cuenta que YO SOY lo que busco, que ya SOY suficiente, que ya SOY completo, que Yo Soy Felicidad sin causa, Amor incondicional, Paz imperturbable, sin darme cuenta que yo estoy vivo/a, que Yo Soy VIDA, sin darme cuenta que yo y la Vida, ese espacio vacío y abierto que lo sostiene y permite todo, somos UNO, que juntos somos UNO, que juntos somos VIDA, que soy VIDA, sin darme cuenta que la separación, que la existencia de “alguien”, de una vida externa, es sólo una idea, una idea en mi imaginación que me estoy creyendo. La separación es sólo una idea en mi mente. No es real. El mundo separado no es la Realidad. Creer que tú eres alguien o que la vida es externa a ti es una confusión, una distorsión de la Realidad.
Así es como mientras busco, no veo. No veo porque creo que me falta, que no tengo suficiente, que no soy suficiente. No veo porque me creo separado, separado de la Vida, separado de mi mismo/a. No veo y me experimento como carente, necesitado, insatisfecho en mayor o menor grado.
No veo porque paso por alto que yo y la Vida siempre hemos sido UNO. Somos eternamente UNO. YO siempre he sido VIDA, UNO. Ésta es mi verdadera naturaleza. YO SOY VIDA ETERNA, Felicidad sin causa, Amor incondicional, Paz imperturbable.
YO SOY lo que busco. YO SOY lo que quiero.
YO SOY VIDA.
Lo que busco es a mí misma/o como VIDA que soy. Busco reconciliarme conmigo, reconciliarme con la VIDA. Busco lo natural en mí. Busco vivir lo natural en mí. Busco vivir la Realidad humana, que es lo único satisfactorio, realmente satisfactorio, que es lo único que me puede calmar la sed, la sed de ser Yo mismo/a, la sed de VIDA, de Realidad.
Busco lo que ya está aquí, lo que ya es, ante mis propios ojos, lo que es una evidencia, y que, no obstante, me sigo negando, por eso busco.
No quiero verlo. En realidad, quiero y no quiero. No quiero y quiero, a la vez, porque no querer verlo es querer verlo.
No te voy a decir que dejes de buscar, porque esto sería considerar que la búsqueda es errónea. Y no lo es. La búsqueda es la llamada a volver amado/a. No querer verlo es querer verlo.
Así que, si es que buscas, busca. Busca plenamente. Busca hasta el fondo. Sácale todo el jugo a la búsqueda. Permítete buscar. Busca en cada paso. Busca en cada rincón. Busca en todo, absolutamente todo, hasta descubrir que este todo es en realidad TODO y que TODO, por supuesto, incluye a todo, absolutamente todo.
¿No es esto muy bello?
Permite que este todo tan decepcionante como pueda parecer, tan carente de sentido como pueda parecer, te revele tu verdadera naturaleza, te revele que tú eres TODO.
No hay “nadie” aquí. ¿Sabes por qué? Porque tú no eres “alguien” amado/a. La Vida no es externa a ti. Tú eres TODO. Tú eres VIDA, Vida unida a todas sus expresiones, a todas sus apariencias.
Marie-Laure Lauvray