Todos, absolutamente todos, buscamos lo mismo. Buscamos ser felices, ser amados, amar y ser amados. Buscamos sentirnos plenos, satisfechos, en paz. En el fondo, buscamos ser lo que somos, ser Felicidad sin causa, Amor incondicional, Paz imperturbable. Nos buscamos a nosotros mismos. Buscamos esto que ya somos. Y lo buscamos porque nos negamos la evidencia, la evidencia de que ya somos, de que ya somos completos.
Buscamos donde no se encuentra. De hecho, ser lo que somos no es algo que se pueda encontrar, simplemente porque para empezar no es algo. Sólo se puede reconocer. No es algo que hayamos perdido, simplemente decidimos pasar por alto, negar lo que somos, lo natural en nosotros, no verlo, porque nos parece soso, demasiado ordinario. Es tan decepcionante. ¿Verdad? Si te digo que es esto, que es esto que sientes ahora, que ves ahora en tu vida. ¿Verdad que es muy decepcionante? Es tan decepcionante. “No sé, me había imaginado algo, algo más grande, algo más extraordinario”, te dices en silencio.
Es como el pez que nada en pleno océano en busca del agua. No la ve porque es tan ordinaria, no obstante, es lo único que hay. Es todo lo que hay. Está en todas partes y lo incluye. No la ve porque se imagina algo extraordinario, excepcional, sensacional. Y no, ser lo que somos es de lo más ordinario. Está aquí, ahora. Es lo único que hay aquí, ahora. Está en todas partes y te incluye, entendiendo incluye tu cuerpo, tus cuerpos sutiles, tu personaje.
Sólo cuando aceptes plenamente lo ordinario, de que esto es todo lo que hay, de que no hay más, vayas adonde vayas, éste, lo ordinario, te revelará lo extraordinario que yace en él, te revelará lo que siempre has intuido y buscado, te revelará lo ordinario extraordinario: la completud. Te revelará tu verdadera naturaleza, lo que eres. Te revelará de que eres TODO, con mayúsculas, y a la vez lo único que hay. Te revelará que eres UNO, que eres VIDA.
Te revelará lo que eres, esto que has buscado en lo extraordinario, en la intensidad.
En la intensidad, sí. Buscamos en la intensidad. En el fondo, nos gusta la marcha. Buscamos encontrar lo que somos a través de la intensidad, intentando retener, conservar, prolongar lo que nos parece placentero, agradable, positivo, rechazando por lo tanto lo que nos parece menos placentero, desagradable, negativo.
Miremos aquí esta línea que he dibujado en la arena.
No es un electrocardiograma, aunque que pudiera serlo. Es una línea sinusoidal. Es el océano un día de mucha intensidad, un día de fuertes vientos, de fuerte temporal. Busco retener lo positivo, rechazando lo negativo. Así es como creo la intensidad. Creo el tiempo y el espacio. Creo la dualidad, el dos. Busco encontrarme en lo positivo, sin darme cuenta que queriendo conservar, retener, prolongar lo positivo, esas experiencias “felices” de la vida, las experiencias placenteras, satisfactorias, queriendo tener más, inevitablemente, genero la intensidad, la dualidad, genero la tempestad, llamo lo negativo, lo menos placentero, lo menos satisfactorio. Finalmente, tras obtener un poco de lo que quiero, obtengo lo que no quiero y como lo rechazo, pues obtengo todavía más de lo que no quiero. La búsqueda se intensifica. Entro en un círculo vicioso, infernal, la inercia del rechazo, de la separación.
¿Te has fijado que la vida tiende al equilibrio? Sí, es así, la línea está inevitablemente en perfecta simetría, siempre. Por eso es una línea sinusoidal.
¿Y qué pasa si estiro del hilo, si extiendo la línea por ambos lados?
Pues, obtengo la línea del medio, la del Amor incondicional, de la cual hablaremos en un momento.
Si estiro todavía más del hilo, obtengo una línea perfectamente recta. Esta línea no significa que te hayas muerto, que tu corazón haya dejado de latir, simplemente es tu experiencia de máximo descanso, de paz más profunda, más imperturbable, de paz más absoluta, de silencio más absoluto, de quietud más absoluta. Es lo Absoluto. Estás experimentando lo Absoluto. Aquí si te fijas no hay modulación ninguna. Es perfectamente llano. No hay modulación ninguna porque no estás en lo relativo, en el mundo manifestado. Aquí eres paz absoluta, silencio absoluto, quietud absoluta, no manifestada, desencarnada podríamos decir. Es un océano en perfecta calma, en perfecta quietud, en perfecto silencio. Volveremos sobre ello con más detalle en el siguiente vídeo… ¿vale?
Pero tú al igual que yo estás encarnado/a. Tienes un cuerpo, de hecho, tienes viarios cuerpos. Tienes un cuerpo físico, un cuerpo mental, un cuerpo emocional, un cuerpo energético. Tienes todo lo necesario para funcionar aquí en este mundo, en el mundo manifestado, para ser totalmente funcional, para tener una experiencia humana. Tienes una experiencia humana. Tienes todo lo necesario para vivir la Realidad humana. Eres lo Absoluto encarnado en lo relativo, en el mundo manifestado, en el mundo. Eres la luz del mundo. Eres paz absoluta encarnada en el mundo en movimiento, en el mundo de la marcha, de la modulación. A esta paz encarnada, que me gusta llamar calma original, permisión o sea Amor incondicional y felicidad sin causa (que es un único y solo sentir), me la represento como un océano de Amor calmado en movimiento (porque encarnado, porque manifestado) o sea como una línea con una ligera modulación. Y esto es la iluminación. Esto es Amor incondicional, ser UNO con TODO, ser TODO.
Volvamos a nuestra línea sinusoidal, como en el fondo nos gusta la intensidad, nos gusta la marcha.
Como te decía, buscamos retener lo positivo, rechazando lo negativo.
Imagínate, es como si haciendo bicicleta, quisiéramos ir sólo de bajadas, porque son divertidas, fáciles, generan adrenalina, sin darnos cuenta de que inevitablemente si hay bajadas es que también van a haber subidas. No somos conscientes que cuesta abajo, momentos positivos, implica cuesta arriba, desafíos, momentos difíciles, calificados de negativos. Queremos más bajadas, sólo bajadas, más placeres, en ese intento por encontrarnos, sin darnos cuenta de que la intensidad, la marcha, el querer más de lo placentero, siempre más, nos aleja de encontrarnos, nos mantiene buscando, persiguiendo los momentos positivos, por lo tanto, negándonos, negando la Realidad, negando la unidad. Nos mantiene en la inercia del rechazo, en la ilusión de la separación.
Entonces una vez he querido experimentar la marcha, en esa búsqueda, ¿cómo salgo de ahí? PERMITIENDO, permitiendo los momentos calificados de negativos, menos placenteros, las subidas en bicicleta, mis emociones más negativas, permitiéndome sentir lo que siento en este momento, ver lo que veo, permitiendo lo que es. Detallaremos esto de permitir en otros artículos.
Por el momento, esto es todo/TODO amigo/a.
¡Esto es TODO y es por supuesto SUFICIENTE!
Marie-Laure Lauvray